29 novembre 2006

Das Schicksal mischt die Karten, wir spielen.


Cupid and Psyché, Annie Swynnerton, 1891.




Rainer Maria Rilke nació en Praga en 1875 y murió en Val-Mont, Suiza, en 1926, a los 51 años. Creció como hijo único de un padre militar y autoritario y una madre un tanto frívola, cuya mayor preocupación fue el alcanzar alguna posición en la corte del Imperio Austro-Húngaro. Una hermana mayor falleció tempranamente y su madre, en un intento un tanto extravagante de mantener la memoria de la hija muerta, vistió al poeta de mujer. Esto no significó un problema a nivel de su identidad sexual, pero Rilke lo vivió en el recuerdo como un signo de desamor y casi como una afrenta por parte de su madre. Un atropello semejante experimentó el poeta de parte de su padre, cuando éste lo obligó a ingresar a la Escuela Militar Superior de Sankt Pölkten a los 15 años, a pesar de su extrema sensibilidad artística y su ninguna vocación para esa carrera. Después de dos años de un verdadero calvario consiguió ser dado de baja y retomar sus estudios secundarios.

A los 20 años inició estudios de Arte, Literatura, Historia y Filosofía en la Universidad de München, estudios que no terminó, pero ya empezó entonces a destacarse como poeta. En 1898, a los 23 años, conoce a Lou Andreas-Salomé, mujer famosa en su época por su debilidad por los hombres geniales (antes de Rilke había sido muy amiga de Nietzsche y después lo fue de Sigmund Freud). Desde ese momento en adelante su vida va a ser un largo peregrinaje que no se detendrá prácticamente hasta su muerte. Vivió por períodos en distintos lugares de Rusia, Alemania, Italia, Francia y España, manteniéndose en parte con alguna herencia familiar, en parte con las conferencias que daba, pero sobre todo con la protección de mecenas como la princesa Thurn und Taxis, a quien conoció en 1909.

Fue un paneuropeísta, en lo cual se adelantó casi cien años a la Unión Europea. Supo apreciar las particularidades y bondades de cada una de las culturas que conformaban ese continente. Habló y escribió en alemán, ruso, francés e italiano y hablaba bastante castellano, inglés, holandés y danés. Mantuvo amistad y un intenso intercambio epistolar con muchos escritores y artistas famosos, como Tolstoi, Rodin, André Gide, Hugo von Hofsmannstal, Gerhert Hauptmann y Franz Werfel, entre otros. Vivió algunos años en una comunidad de artistas liderados por Heinrich Vogeler y Otto Modersohn en Worpswede, cerca de Bremen. Ahí conoció a Clara Westhoff, la escultora y alumna de Rodin que sería su esposa y madre de su única hija. Su matrimonio duró poco, sin embargo, a causa de esa permanente inquietud que caracterizó su vida y que le impedía permanecer mucho tiempo en algún lugar o ligado muy estrechamente a una persona.

Uno de sus grandes sufrimientos fue la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que él nunca logró comprender, dado su amor por la Europa unida. Es así como durante la guerra cayó en un largo período de improductividad, no logrando escribir casi nada. La guerra significó también la tremenda humillación de que su departamento en París fuera allanado por la policía y vendidas sus pertenencias en remate público. Afortunadamente André Gide logró salvar parte de sus libros y documentos.